¿Crees que los fantasmas se
reconocen? No hablo del tipo de reconocimiento a otros, sino a sí mismos. ¿Se
hablan en fantasmiano, se ven fantasmagóricos, se sienten fantasmales?… No lo
sé. Me asusta un poco, de momento me entra la convicción de que soy un
fantasma. Miré hacia atrás y vi las últimas horas de mi vida, recordé por fin
después de un tiempo de vagar por pasillos y calles cómo había sido mi muerte.
No entiendo cómo todo se puede
detener y andar tan rápido al mismo tiempo, no entiendo cómo la vida se
desgarra así en dos mitades tan severas. En una que el tiempo atropella y luego en otra en la que sumerges tu cabeza en un plastiquito fino que existe al lado de cualquier
realidad y PUM, ahí está el tiempo detenido, el tiempo en paralelo, lo que pareciera
más real que ésa cosa afanada de al lado. Desde el día en que creo haber muerto,
siento que tengo la capacidad de quitarle una capa protectora a la realidad,
como el contac de los cuadernos, desprendo un plastiquito que me abre una
vitrina a la realidad, estando acá viéndolo todo como sumergida en un lago
vertical me pregunto sinceramente si esto es a lo que se refieren con “el más
allá”.
Me gustaría decir que sentía
espanto, o asombro, o algo, en realidad me gustaría poder decir siquiera que
sentí algo al llegar acá, pero no fue así. Cuando vi el cadáver simplemente
sucedió, miré a la esquina de la realidad en la que estaba y apareció una
muesquita de este tipo de contac que te cuento que lo forra todo. Yo halé, no
quería estar ahí y halé, gracias al cielo halé con la fuerza suficiente para
poder pasarme a este lado, porque allá todo empezó a pasar muy rápido, el
tiempo, las palabras, los muros, los olores, los sonidos se me antojaban
bloques de cemento que me estaban taladrando el cerebro, tas, tas, tas, tas…
uno tras otro, parecía sinestesia y cada sentido o pensamiento se volvía
cemento… Que murió, que hay que despedirse, que todo lo que vendrá, que si
serás capaz de hacer todo lo que vendrá… ése vendrá… “vendrá”.
No quiero nada, no quise nada, no
quiero más allá. ¿Yo qué putas sé qué será lo que vendrá? ¿Cómo carajos me voy
a saber capaz de algo o no? Creo que renuncié, nunca le puse demasiada cabeza y
halé ése contac para renunciar. Y como te venía diciendo, no sentí nada, en
realidad no sentí mucho, sólo calma… Sentí que podía llorar, gritar, bailar,
reir, cagar y nadie lo vería, nadie sabría y en este más allá, no sé por qué tu sabes que eso ya no importa.
Todo venía perfecto, a ratos
sacaba mi cabeza de acá como cuando un perro saca la cabeza en un carro, sentía
la velocidad de la realidad-realidad y así estaba bien. Una vez por ejemplo
decidí asomarme para atravesar un puente en la 30, sentí la brisa viva, el frío,
el dolor de poner después de tanto tiempo los pies en el suelo y no estuvo mal,
por un rato funcionó, pero luego ya empezó el acelere de las cosas y la
solidificación de los pensamientos el “vendrá”, lo que “vendrá”. No lo aguanté.
Halé otra vez de mi esquina y huí.
La cosa es que hoy preciso me
asusté, de alguna forma antes de sentarme a escribirte logré verme. Al menos a
la versión de mí que está al otro lado. Todo estaba normal, la gente miente cuando dice que los ojos son la ventana del alma, de hecho son los oídos, ahí
donde no te atreverías a mirar nunca. El caso es que la versión mía que sigue
deambulando por la realidad-realidad tenía este hoyo profundísimo pero casi
imperceptible en los oídos, un vacío que te podría helar el alma así incluso –como
yo- ya no la tengas y sentí pánico, supe que así se veían los fantasmas, supe
que así se diferenciaban, recordé al fin que había muerto y que estaba en dos
mundos al tiempo. Entonces esta realidad ya se me antojó cárcel, duda, no sé si
ir a encontrarte o quedarme esperando que te reúnas conmigo, que te hartes -como
yo- del tiempo con sinestesia.
·әɹpuɐ 'oṵᴉɹɐɔ uoɔ
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·sɐqәs 'ɹopɐʇndɯoɔ әuәᴉʇ sɐloɔ sɐɥɔnɯ uoɔ oʇɐƃ un ɐʇsɐɥ әnb әp ɐqәnɹd ɐәs oʇsә әnb