El lodo a veces es irónicamente cálido, es como cuando te acuestas en invierno y te tapas con una cobija de plumas, al principio es detestablemente fría pero con un tiempo ahí, empieza el intercambio de calor.
Estaba allí
Orgullosamente sumergida en el lodo
hundida hasta lo más profundo
tranquila, sin necesidad de respirar
cómoda en medio de la incomodidad
Me estaba dejando hundir cada vez más
Ya había echado un último vistazo al exterior para despedirme de todo
...Y de repente recordé una tarde como cualquiera
En la que Ella rodó por las escaleras
Y Él gritó... el sonido de su voz
hacía creer que la voz es una fina vara que se podía partir de desesperación
Recuerdo el abrumador corrientazo de adrenalina
sobre todo aquél deseo afanoso de que el tiempo se devolviera
ése sentimiento de desliz, ése resbalar
Como si se quisiera vivir sólo medio segundo del presente para, con esa excusa
hacer que se devuelva después el tiempo
Lo entendí en ése momento y lo entiendo ahora
Al final, yo también he querido unir muy fuerte mis dedos
Tensionar cada músculo para impedir que las cosas se escaparan por mis agujeros
Hacerme compacta
Y también entiendo el dolor de tener agujeros
y dejar escapar las cosas más ligeras
por él, por ella
Por su voz y su caída
Esta vez no habrá cobijas de plumas en invierno
El lodazal puede esperar