La felicidad no me la venden en un par de letras, que no son más que letras... la solidificación de un "futuro" como persona, mete en un embudo tantas cosas que cada momento previo a la filtración lo quieres vivir lentamente.
Tenemos mucho tiempo y somos eternos. Negarlo nos hace humanos y pensarlo... nos hace cometer un error, de nuevo muy humano. Me siento como iniciando una conversación un tanto incómoda, pero necesaria... despegué de acá y sin importar cuantos aterrizajes previos haya tenido, éste es el punto de partida, por eso tardé tanto en volver.
No sé qué tan lista esté.
Pero, cómo sabemos cuando estamos listos?
Cuando sabes que un niño está listo para montar bicicleta? Cómo saben las águilas cuando lanzarse al precipicio?
No sabemos, pero las águilas lo hacen. Sólo lo hacen y ya. Lo hacen más allá del tiempo que rompan, de la vida que podrían romper en la caída.
Nosotros, casi siempre que podemos preferimos tomarnos un tiempo hasta sentirnos seguros. En mi caso no es inseguridad lo que me hace dudar, es todo lo opuesto a lo opuesto. Nunca en mi vida tuve tanta seguridad, por lo cual me siento de cierta forma extraña, es casi como inseguridad de estar realmente segura a sabiendas de que lo estoy. Es más falta de costumbre que nada.
Es sumergirme en una ambigüedad entre lo opuesto a lo opuesto y lo opuesto sólo. Algo que seguramente no entiendo. Pero con dudarlo sólo lo intensifico, entonces creo que por eso me lanzo al agua, aún sin tener branquias pero aferrándome a mis alas. Entrego mi duda al viento en la caída.
Porque no entiendo, pero hoy sé que la vida no tengo que vivirla entendida, porque a veces sabes y ya... y a veces no, pero también ya...
Tenemos mucho tiempo y somos eternos. Negarlo nos hace humanos y pensarlo... nos hace cometer un error, de nuevo muy humano. Me siento como iniciando una conversación un tanto incómoda, pero necesaria... despegué de acá y sin importar cuantos aterrizajes previos haya tenido, éste es el punto de partida, por eso tardé tanto en volver.
No sé qué tan lista esté.
Pero, cómo sabemos cuando estamos listos?
Cuando sabes que un niño está listo para montar bicicleta? Cómo saben las águilas cuando lanzarse al precipicio?
No sabemos, pero las águilas lo hacen. Sólo lo hacen y ya. Lo hacen más allá del tiempo que rompan, de la vida que podrían romper en la caída.
Nosotros, casi siempre que podemos preferimos tomarnos un tiempo hasta sentirnos seguros. En mi caso no es inseguridad lo que me hace dudar, es todo lo opuesto a lo opuesto. Nunca en mi vida tuve tanta seguridad, por lo cual me siento de cierta forma extraña, es casi como inseguridad de estar realmente segura a sabiendas de que lo estoy. Es más falta de costumbre que nada.
Es sumergirme en una ambigüedad entre lo opuesto a lo opuesto y lo opuesto sólo. Algo que seguramente no entiendo. Pero con dudarlo sólo lo intensifico, entonces creo que por eso me lanzo al agua, aún sin tener branquias pero aferrándome a mis alas. Entrego mi duda al viento en la caída.
Porque no entiendo, pero hoy sé que la vida no tengo que vivirla entendida, porque a veces sabes y ya... y a veces no, pero también ya...