11.17.2013

I Appear Missing



¿Crees que los fantasmas se reconocen? No hablo del tipo de reconocimiento a otros, sino a sí mismos. ¿Se hablan en fantasmiano, se ven fantasmagóricos, se sienten fantasmales?… No lo sé. Me asusta un poco, de momento me entra la convicción de que soy un fantasma. Miré hacia atrás y vi las últimas horas de mi vida, recordé por fin después de un tiempo de vagar por pasillos y calles cómo había sido mi muerte.

No entiendo cómo todo se puede detener y andar tan rápido al mismo tiempo, no entiendo cómo la vida se desgarra así en dos mitades tan severas. En una que el tiempo atropella y luego en otra en la que sumerges tu cabeza en un plastiquito fino que existe al lado de cualquier realidad y PUM, ahí está el tiempo detenido, el tiempo en paralelo, lo que pareciera más real que ésa cosa afanada de al lado. Desde el día en que creo haber muerto, siento que tengo la capacidad de quitarle una capa protectora a la realidad, como el contac de los cuadernos, desprendo un plastiquito que me abre una vitrina a la realidad, estando acá viéndolo todo como sumergida en un lago vertical me pregunto sinceramente si esto es a lo que se refieren con “el más allá”.

Me gustaría decir que sentía espanto, o asombro, o algo, en realidad me gustaría poder decir siquiera que sentí algo al llegar acá, pero no fue así. Cuando vi el cadáver simplemente sucedió, miré a la esquina de la realidad en la que estaba y apareció una muesquita de este tipo de contac que te cuento que lo forra todo. Yo halé, no quería estar ahí y halé, gracias al cielo halé con la fuerza suficiente para poder pasarme a este lado, porque allá todo empezó a pasar muy rápido, el tiempo, las palabras, los muros, los olores, los sonidos se me antojaban bloques de cemento que me estaban taladrando el cerebro, tas, tas, tas, tas… uno tras otro, parecía sinestesia y cada sentido o pensamiento se volvía cemento… Que murió, que hay que despedirse, que todo lo que vendrá, que si serás capaz de hacer todo lo que vendrá… ése vendrá… “vendrá”.

No quiero nada, no quise nada, no quiero más allá. ¿Yo qué putas sé qué será lo que vendrá? ¿Cómo carajos me voy a saber capaz de algo o no? Creo que renuncié, nunca le puse demasiada cabeza y halé ése contac para renunciar. Y como te venía diciendo, no sentí nada, en realidad no sentí mucho, sólo calma… Sentí que podía llorar, gritar, bailar, reir, cagar y nadie lo vería, nadie sabría y en este más allá, no sé por qué tu sabes que eso ya no importa.

Todo venía perfecto, a ratos sacaba mi cabeza de acá como cuando un perro saca la cabeza en un carro, sentía la velocidad de la realidad-realidad y así estaba bien. Una vez por ejemplo decidí asomarme para atravesar un puente en la 30, sentí la brisa viva, el frío, el dolor de poner después de tanto tiempo los pies en el suelo y no estuvo mal, por un rato funcionó, pero luego ya empezó el acelere de las cosas y la solidificación de los pensamientos el “vendrá”, lo que “vendrá”. No lo aguanté. Halé otra vez de mi esquina y huí.


La cosa es que hoy preciso me asusté, de alguna forma antes de sentarme a escribirte logré verme. Al menos a la versión de mí que está al otro lado. Todo estaba normal, la gente miente cuando dice que los ojos son la ventana del alma, de hecho son los oídos, ahí donde no te atreverías a mirar nunca. El caso es que la versión mía que sigue deambulando por la realidad-realidad tenía este hoyo profundísimo pero casi imperceptible en los oídos, un vacío que te podría helar el alma así incluso –como yo- ya no la tengas y sentí pánico, supe que así se veían los fantasmas, supe que así se diferenciaban, recordé al fin que había muerto y que estaba en dos mundos al tiempo. Entonces esta realidad ya se me antojó cárcel, duda, no sé si ir a encontrarte o quedarme esperando que te reúnas conmigo, que te hartes -como yo- del tiempo con sinestesia. 

·әɹpuɐ 'oṵᴉɹɐɔ uoɔ
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