2.23.2009

Hoy fuí pequeña II (El peso de la pequeñez)

Vivimos en un planeta de gigantes, torpes gigantones revoloteando y haciendo estremecer lo metafísico.

Gigantes con su ego, gigantes con sus opiniones, gigantes con sus palabras, gigantes, sí, muy gigantes, gigantísimos de inconciencia.

Cuando pienso en muchas de las acciones de los seres humanos de nuestra era, recuerdo las escenas de Godzila o de KingKong en medio de la crecidita NevaYork, recuerdo las catástrofes que hacían estos gigantones en medio de su inconciencia y de su afán de despedirse de ese montón de torres obstruyendo su paso instintivo, no sé si la metáfora se entienda, pero en pocas palabras lo que quiero decir hoy es que muchos de nosotros en muchas ocasiones somos torpes, demasiado torpes.

Nuestro problema es que todo es muy psicológico, muy más allá de la vista y lo físico, nos crecemos nuestras premisas como si tuviéramos quien sabe qué calidad de pensamiento, con quien sabe qué calidad de poder de comunicación y pasamos arrasando metrópolis mentales más grandes o más pequeñas que la trillada NuevaYork.

Ante eso hoy yo quiero admitir que no alcanzo ni a ser hormiga, con suerte, mucha suerte, sería mariposa, soy pequeña, ligera y de paso tembloroso, no… no tengo la firmeza de un gigante y antes de romper a mi camino una torre prefiero aferrarme a ella hasta que logre equilibrarme.

Mi torre es la roca, mi mundo la cascada… hoy fue infeliz como hace rato no lo era y me recuperé antes de lo que habría imaginado que podría lograrlo.

Y lloro, lloro a cantaros “acascados” porque ningún proceso es más hermoso, humano y natural que la pequeñez, lloro porque la pequeñez duele, porque convivo con muchos gigantes que se las arreglan para tratar de aplastarme, lloro porque en un mundo de gigantes y de peso, duele ser pequeño y liviano. Pero no podría sentirme más segura en mi roca, no podría haber otro paraíso que mi cascada y sé, hoy sé, que si tenemos el valor de desdoblarnos antes el abismo, de enfrentar con pequeñez la caída… todos encontramos nuestra cascada, todos encontramos nuestra roca.


"I may have lost my way now, having forgot my way home"



*Las fotografías son de las cascadas de Sueva un municipio de Cundinamarca - Colombia.

6 comentarios:

Na T aL ia dijo...

Los niños y las niñas lloronas.
Evitar conocer al cocodrilo.

d1eg0 dijo...

Ey!!, Erasmo de Rotterdam alguna vez escribió el "Elogio a La Locura" pensando en su amigo Tomas Moro, alguien tendrá que escribir el "Elogio a la Pequeñez" pensando en ti.

BEATRIZ dijo...

Polaris,

Es una grata sorpresa leerte, por coinsidencia leí tu comentario en otro blog, digiste que a las que escriben en cada rincón del pensamiento, merecen ser leídas...y va, que vine.

Encontré que el ser humano se esfuerza por desdoblar todos esos rincones del pensamiento, por medio de lo que hace, de lo que escribe, lo que baila, lo que canta, lo que sueña, pero no todos son tan virtuosos de lograrlo tan bien, pues la psicología humana es todavía compleja y nada la expresa mejor que el arte, me parece que en tus letras hay arte.

Te felicito por este blog, sería cuestión de volver.

Saludos

El Tunche dijo...

Yo plantearia tu paradoja de la pequeñez vs. la gigantez (se dirá gigantez?) como la de la levedad vs. el peso (cualquier parecido a lo que dice mi amigo Kundera, no es coincidencia). Sé pequeña, sé feliz, sé LEVE y vuela!

krasiah dijo...

llegue aqui por casulaidad, me gusto mucho tu blog. volvere a leerte mas profundamente me interesa cada palabr que escribes porque tiene alma, respiro, vida y realidad.
solo ahora te saludo.. te agradezco..

juan dijo...

cruza por aqui, polaris
http://www.youtube.com/watch?v=2_HXUhShhmY