10.04.2009

En un día lluvioso a un transeúnte dormido.




La lluvia aliada con el frío, caminas y sientes que el aire te agrede... tu con el filo de tu alma lo enfrentas mientras caminas en un mar de gente con alguna sustancia en el piso que alguna vez fue agua y hoy no da más que asco.
La ciudad se empapa de una tristeza que se aglomera en las aristas de la vida, una amenaza de desespero escondida detrás de la rutina, mientras tu caminas esperando que no te empapes demasiado que si al caso sea el vaho el que te dé un buen baño, una helada que no despierta ni te reacciona, el grito mudo de la misma vida que ya no sé si advierte o pide peligro, como si este frío te durmiera y cada sombrilla fuera una capa de invisibilidad ante la nube negra que bajo su tela y sus alambres no te ofrece ni promete sólo te mete. La sombrilla no te paga, no te da cielos azules o la mejor textura de alas angelicales. Estar cubierto no te salva, pero hay que ver cuánto te engaña.
Por eso te empapas, por eso aunque tu burbuja personal y tu rutina te encierre bajo una tela negra alambrada, tus pies cada vez se mojan más y no huyes, porque no sabes cómo huir, porque no puedes, porque ya estás preso de un sentimiento medio inconforme medio conforme, con la mitad de tu cuerpo mojado.
Pero entonces tú, transeúnte que pudiste hoy haber tenido un zapato de uno y otro de otro, o ser un cualquiera de esos que no hacen más que parte del paisaje citadino, Pregúntate qué pasaría si de repente tal vez a la lluvia se le antojase ser lodo o todo ese líquido con color a calle que está por ahí regado se agrupara y se volviera viscoso y tu te quedaras ahí con tus pies encerrados, sin correr, sin querer si quiera gritar, sin decirle al vecino con su cubierta personal que por favor se dé cuenta de que la realidad se está densificando.
Qué harías si de repente en ésa vida que funciona cual relojito barato, una simple gota de realidad penetrara duro hasta destrozar tus fibras... si tu voz ya no te alcanzara porque antes no quisiste despertar?
Tu transeúnte como yo, explícame qué hacemos cuando la vida nos dé un vuelco merecido por haber reaccionado ya con tanto cansancio, qué hacemos cuando un cataplum nos haga gritar Jueputa para adentro. Dime qué harías o cómo haríamos si esta calle que se llama tristeza un día se perturba, si el suelo antojoso se vuelve pared y nos quedamos sin sustento arrojados por la gravedad a un vació lleno de cemento.
Dime qué pasaría si todo esto se terminara de volver etéreo, a qué te aferras cuándo la materia te falla? Es que a la lluvia ya no le importa lo que el frío calla?



he's aware of a change in the weather
a dream in a dream
he'll think of it later
a wonderful melody line that he couldn't quite get
he couldn't remember
he'd never forget

Dream


3 comentarios:

andrés dijo...

Me fascino desde el titulo, realmente estupendo, creo que yo soy un traseunte que siemrpe anda por ahi como tù... La soledad es como un punto muerto en donde distingo la tristeza...

Gusto leerte y saber que siempre andas por aqui

Un abrazo

andrès

BEATRIZ dijo...

Andrea,
...Sólo puedo imaginarlo, el cambio de la realidad sólo puedo imaginarlo, su estremecimiento me cimbra desde ya, no sé cómo reaccionaría entónces, pero me aterra.

Me abrazo a un polo para mantener el equilibrio, mientras se pueda.

Un abrazo grande,

Alguien Bajo Las Estrellas dijo...

La Vida, efectivamente, no debería ser batalla; tendría que ser más bien camino, horizonte lejano, ritmos de altos astros, nada de horas, frío, palabras.
Yo me empeño en que así sea (¿qué otra cosa nos queda sino la obstinación?), por ello el anonimato no es un arma, es más bien una parte del Misterio, y el Misterio es un tumbao, un cierto modo de caminar. No pretende herir, solo marchar por la vida con algo de sazón.
¿Cómo bajarle al tumbao, cómo desvelar el Misterio, cómo se supone que responda quién soy si se me "bloquea"?
Por fortuna soy amigo del viento y lo suficientemente obstinado como para seguir sus concejos y echar mano de sus ayudas. En sus alas llegué aquí y debo decir que estoy francamente admirado de tu gran ortografía y obra. En un mundo que cada día se deshace más y más en palabras vacías, tu y tus vástagos poemas y escritos se levantan como un pueblo de Titanes y sólo a la sinceridad y pureza obedecen. Me recuerdan a la mirra y al laurel, y a las mariposas, por supuesto.
Por cierto, hice la prueba y grité; mucho después de la segunda A aun no había pasado nada, ¡que remedio!
Por fin te diré que ese soy yo, alguien bajo las estrellas que trata de caminar con tumbao y que algunos días se deja guiar por el viento, imagino que no hay porque temerme, algunos conocidos que tenemos en común tal vez puedan dar fe de ello.